HUMILDE HOMENAJE PARA ALGUIEN QUE SABÍA DE LA HUMILDAD


SE FUE EL MÁS GRANDE EDITOR DE NUESTRO PAÍS








Ella vino
y echó en el fondo
de mi vaso
sus ojos
donde como un cirio
ardía un látigo
sobre el lomo
de su castigada raza


José Luis Mangieri


Fue mi primer editor, pero también fue un editor que sacó a la luz lo mejor de mí. Quién me alentó a seguir adelante hasta que mi libro pariera palabras y vida; quien insistía por teléfono diciendo “dale, que lo tuyo es bueno y si hay justicia, debe ser editado”, tal vez, muchas veces sólo para animarme a seguir. Mangieri apareció en mi vida y abrió ante mí muchas posibilidades. Hasta los últimos llamados que hice a su casa, aún le quedaban fuerzas para planificar algo más, alguna idea nueva surgía de su cabeza imparable, frenética. Mangieri era un editor independiente. Muchísimos poetas pasaron por su sello, y muchos, importantes. Mangieri los editó. Mangieri los alentó a pesar de ser él mismo un excelente poeta, quien recién pudo ver su libro editado en la fase final de su vida, ya muy enfermo. Eso es un ejemplo de humildad, de grandeza en el mundo de la vanidad de hoy.

Se fue el legendario editor de poesía José Luis Mangieri. A veces quienes trabajamos con la palabra, nos quedamos, estúpidamente, sin ella. Aquí van las de otros que sabrán decir más que yo.

JORGE CÓRDOBA



Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

3 de noviembre del 2008

Este dos de noviembre despedimos a José Luís Mangieri, se fue para siempre…
En el crematorio del cementerio de la Chacarita esperamos que llegara el coche fúnebre, en la placa como en todas decía: José Luís Mangieri Q.E.P.D. que en paz descanse.


Fue un día soleado pero triste, de profundo dolor para sus amigos entrañables y para sus hijos.


Muchos dirán que fue un hombre ético, digno, coherente, es cierto. Pero esto que voy a expresar, no es una nota periodística, quiero recordar a quien fue mi editor, con él publiqué mi primer libro, fue el que me provocó hasta el límite, en aquellos días del 2003, como tanteando mis convicciones, en la Escuela Político Sindical del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Una vez consumada la provocación, sonriendo picarescamente, socarronamente me instó a que hiciera el trabajo: fue mi primera hija, porque es un libro que habla sobre las mujeres. Durante su construcción, desde lejos y no tanto hacia sus averiguaciones para ver como andaba. Al nacer el libro lo acunó, y sonriendo más, esta vez, dijo: se va a la imprenta.

Pero además José Luís me acercó más a mi papá, él trabajó con mi viejo en los años ácidos del Diario Democracia, me relató anécdotas que no conocía y me trazó otro perfil de mi viejo que tenía que ver con el trabajo y el compromiso.
Por eso para mí esta muerte tiene un sabor doloroso, la vida te pone a prueba, y las vueltas que damos nos aproximan a quienes en todo momento nos dejaron estampado el sello de la ética, la dignidad y la coherencia.


José Luís era un porteño de ley, como se afirma, de esos que en los barrios de otros tiempos primaba la solidaridad, la comunicación y la amistad.

Muchas veces lo escuché relatar como lo había cuidado el barrio en la última dictadura y cómo intentó sobrevivir a aquellos años, siempre había una mezcla de humor y de memoria.


José Luís fue declarado ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, pero él siguió siendo aquel porteño que se cruzaba en pijama para ir a la cancha de All Boys, comía chorizos en la vereda con los amigos y vecinos. Hacía una jarra entera de café caliente y ginebra para los obreros que trabajaban de noche en la cuadra en los días de tormenta e inundaciones de su barrio.


Era el mismo José Luís que le brindaba una taza de café y unas galletitas a la señora cartonera con su prole para que comieran algo, mientras con su pregunta y repregunta intentaba saber cuál había sido su realidad anterior.
Ese era Mangieri, y hay por supuesto cientos de anécdotas de vida más. Todas tienen que ver pensando en el otro.


Este fue además el editor que no tuvo empacho de mostrarle al mundo los escritos militares de Mao Tse Tung, Fuerzas armadas revolucionarias y ejército popular por Vo Nguyen Giap, Críticas de la revolución Rusa, por Rosa Luxemburgo, La Guerra popular por Lin Piao, Selección de escritos políticos por Ho Chi Minh y Guerra del pueblo ejército del pueblo por Giap, prologado por el entonces vivo Ernesto Che Guevara, entre otros muchos, sin olvidar a Carlos Alberto Brocato.


Variados poetas y escritores pasaron por la Rosa Blindada, la fidelidad no fue una constante.


En la segunda época de la Rosa Blindada, la publicación de libros políticos fue importante, no rescatada lo suficiente por el actual mundo académico y de intelectuales: Iñigo Carreras, Andrés Fidalgo, Miguel Mazzeo, Néstor Galina, Juan Rosales, Osvaldo Barone, Néstor Kohan entre otros y su entrañable amigo por casi cinco décadas, Juan Carlos Cena.


Estas líneas sólo intentan ser una distinción, un homenaje a un hombre que recibió algunos emotivos homenajes en vida, pero que pocos conocieron profundamente su vocación, su compromiso militante y su lugar en esta historia nacional.


Algún día, pronto, se deberá rendir homenaje a estos hombres, que ya con el paso lento y cansino, fueron capaces de pensar que para hacer un país distinto se tenía que tener convicciones, compromiso, esfuerzo, coraje, soportar los padecimientos y no doblegarse jamás…

Como decía Ernesto Guevara: endurecerse sin perder la ternura jamás…


Mientras termino estos párrafos que me cuestan escribir, lo recordaré con ese cariño profundo que me brindó, cuando me llamó especialmente para saber sobre la salud de mi mamá, sobreponiéndose a sus propios avatares que no eran pocos, y de aquel saludo con afecto. ¡Hola tesorito como estás…!

La historia de la humanidad es un proceso regular, pero éste no tiene lugar independientemente de los hombres, sino que son los hombres los que lo llevan a cabo, formulando las tareas propias de este movimiento y resolviéndolas de acuerdo a las condiciones históricas, por lo que la actividad de los hombres no puede dejar de tener una importancia enorme en las historias.
D. Plejanov. El papel del hombre en la historia


Homenaje a Mangieri

Por Elena Luz González Bazán especial para Villa Crespo Digital

28 de marzo del 2007

Este miércoles 28 de marzo del 2007 José Luís Mangieri será nombrado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

Es de esos reconocimientos más que merecidos, tendrá la compañía de amigos y compañeros de todas estas décadas de vida militante por la cultura y por la vida. Por los ideales y la poesía.

Será el homenaje a un hombre del pueblo, al hijo de un anarquista, al porteño característico, al militante político, al guevarista y al hijo nacido en el conventillo.

El hombre que recuerda a la prostituta María que les regalaba caramelos los domingos...

Al que hacía asados en la vereda con sus amigos Framini, el Tata Cedrón y el peluquero del barrio.

Es el homenaje al editor, escritor y periodista, al trabajador gráfico y al padre de sus hijos.

De la primera época de la Rosa Blindada hablan muchos, de la segunda etapa casi nadie...

La Rosa Blindada editó en la primera época a la socióloga Beba Balvé y otros autores cuando realizaron Lucha de calles, Lucha de clases...

En la segunda época han escrito sobre la realidad nacional con sus aciertos y errores: Nicolás Iñigo Carreras, Miguel Mazzeo, Andrés Fidalgo y Juan Carlos Cena entre otros. en el caso de Juan Carlos Cena cuenta, uno de los libros editados por la Rosa Blindada, con el Premio Nacional de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación y otros premios, estamos hablando de El Ferrocidio, y Mangieri siente placer al pensar que ha editado todos los trabajos de su amigo y compañero de décadas...

Es la apuesta a ganar y perder, a arriesgar y otear sobre cada uno de los escritores que han deseado ser publicados por la Rosa Blindada... En esta jugada Mangieri acierta y espera que los logros sean fructíferos...

Es el homenaje a un hombre de la cultura... simplemente es un galardón adecuado, justo... Pero en su mundo, él de José Luís, seguirá siendo el mismo hombre sin tiempo...

Lo que entregamos son poemas inéditos. Además está su libro de cuentos 15 poemas y un títere...

Lo que sigue es una nota realizada a fines del 2003 por Juan Carlos Cena, amigo y compañero de historias de luchas...

Los poemas de José Luís y un cuento, también de Cena, en 1999, sobre un hecho real, el día que ¨recuperó el reloj de su padre...¨

J.L. Mangieri, EL TRASGRESOR

Por Juan Carlos Cena especial para Villa Crespo Digital

28 de marzo del 2007

No me será fácil abordar el quién es Mangieri. Los transgresores tienen una movilidad que escapa a nuestro orden. Es decir, nuestro ordenamiento rutinario se rige, las más de las veces, a través de herramientas como el reloj o el almanaque. Estos elementos marcadores de tiempos no encadenaron nunca a José Luís, para él, son sólo referencias. Sólo lamentó cuando en un allanamiento de su casa los milicos le llevaron el reloj de bolsillo -Longines- de su viejo, que trabajaba en el corralón de la municipalidad


Más de una vez me preguntaron como es que me llevaba tan bien con él. Respondí: realicé un curso de física cuántica, y estudié la teoría del caos. Ese desorden, para nosotros, o sea el caos de Mangieri, es simplemente otro orden, que muchos terráqueos no poseemos ni podemos percibir. Nuestra naturaleza es más primitiva. El tiene la naturaleza de un chamán urbano, doble, contradictoria, por eso es dialéctica, es la unidad de los contrarios.


Digo todo esto, porque ¿como se entiende la enorme labor que realizó José Luis fuera de nuestro orden? Se puede comprender, si uno tan solo percibe que el orden de él, también abarca e incorpora al nuestro a su voluntad, ese es el secreto de su multiplicidad. Mangieri transita dos ordenes, nosotros escasamente caminamos por el nuestro. El va y viene entre ellos con naturalidad. Eso sí, si cuando lo encontrás y en ese momento anda en el otro orden, o sea en su caos, su osamenta te va a tratar bien, su mirada no es grosera y su lenguaje galante y más si es dama, él es muy feminista.
Pero le debemos agregar lo más valioso que tiene José Luis: su compromiso con la vida. Por estar, del mismo modo en ese compromiso, lo conozco por intermedio de un librero comprometido, el gordo Hernández y desde ese día, allá, por la década de los sesenta apareamos nuestros ordenes y compromisos. El, editor y poeta, yo ferroviario, es decir obrero ferroviario, y Hernández era el fenicio militante de esas transgresiones.


Otros contaran su obra en forma cuantitativa y cualitativa. Me interesa el José Luis ser humano. Pero si diré que desde que inicia todos los emprendimientos editoriales, su mirada estuvo centrada en el campo popular nacional e internacional. En el campo de la poesía, él, fue el partero de muchos célebres que en forma desagradecida le pagaron, no me refiero a los níqueles, sino a su abandono, diría, son bajas de amigos que estaban en su mochila, cosas que nos depara la vida


La primera etapa de la Rosa Blindada, tanto en su revista como en sus libros llevan la marca no indeleble de José Luís. En la segunda etapa, donde participo, posa su mirada y apela a su olfato gatuno, que esta vez es nacional lo que debe primar. Así fue. Ver los trabajos editados es ver su marca. Sé de rechazos a trabajos de apariencia académicas, y solo eran recopilaciones cronológicas de recortes periodísticos mal leídos. Su mirada los perforó, fue lapidario.


Pero docente con los que nos iniciamos en la escritura y en el uso correcto de lenguaje, fue un paciente escrutador de nuestra gramática. Era una obligación militante escribir y utilizar correctamente el lenguaje. Para muchos, fue un aprendizaje. Soy un agradecido. El no fue el único, pero me estimuló con criterio y fuerza lo que debía escribir.


Hablar o escribir de José Luís y sus andanzas por los ordenes, es un nunca acabar. Cuento: Era coordinador general de la Escuela de Formación Sindical del Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba junto a Elena una docente, historiadora y periodista, convocamos a José Luís a que diera una charla sobre cultura obrera. El primer turno comenzaba a las 8 de la mañana el segundo a las 14, habló a la mañana con intervalos de descanso, aparente, y llegó el turno de la tarde del cuerpo de delegados, se juntaron con el primero que continuaron sin desertar hasta las 18 horas. Siempre digo que José Luís te pitonisa, ese día pitonizó a un cuerpo de delegados duros, que venían de protagonizar una dura y larga lucha contra la privatización de la Empresa de Energía de Córdoba y que ganaron. Ese día marcó a esos casi 80 compañeros, ellos nunca se olvidan de él, de su alma joven, de su ternura, de su inflexibilidad con los principios, y como los instó a ser honestos, dignos, libres y valientes con lenguaje porteño pero con calles transitadas y mucho estaño en los codos. Los alentó a escribir. Al otro día. Tímidos y no tanto, los compañeros delegados del sindicato le arrimaron carpetas con cuentos, poesías, artículos. Leyó todo, y los citó a uno por uno en nuestra oficina, y en privacidad los alentó y les dio consejos docentes. Esos compañeros vuelcan sus escrituras, desde esa fecha, en la revista y semanarios del sindicato. Sembró, ahí están esos primeros brotes.


En el primer concurso de cuentos y poesía de nuestro sindicato ferroviario, fue jurado, y entregó de su donación los primeros tres premios. Pocos saben de la cantidad de bibliotecas que creo y abasteció en todo el territorio nacional, son incontables, soy testigo y acarreador de libros de ese acto solidario.
Me interesó sólo hablar de ese hombre que me honra con su amistad, de ese tipo, porteño de barrio que se me prendió de mis hilachas provincianas, que es uno de los pocos amigos que tengo en donde me siento a charlar relajado con las vísceras abiertas. A veces lo veo, a veces lo llamo y por su voz y entonación me doy cuenta porque orden anda transitando. Los viejos libertarios decían que no había que avergonzarse del amor viril entre los hombres, y que se debía practicar, es la relación entre amigos que se cosechan cuando se transitan distintos caminos de lucha, pero dentro del mismo campo... ¿hace falta nombrarlo? Su obra, su actitud frente a la vida, el respeto por las ideas del otro, y la paciencia impaciente que tuvo con este Negrito con Zapato, como así me apoda, lo marca como un hombre cabal. Como dirían los anarquistas, un Hijo del Pueblo.

POEMARIO DE JOSÉ LUÍS MANGIERI

A Marcelo Gelman, Alcira Fidalgo y Pablo Schmuckler,
desaparecidos, porque también son mis hijos
Para Martín y Andrea


A la ciudad le arrancaron los ojos
y los bienamados agitan por los bares sus cucharitas de aire.

Nadie nos conoce a nadie conocemos

Fugitivos muertos que caminan por México nos piden yerba La Hoja
o estampitas de Ceferino Namuncurá. Los que vagan por España,
fallecidos que su pudren como las princesas rusas en el París del 20

¿Pero y los que no están no están?
¿Los desaparecidos desaparecidos?
¿Los muertos dendeveras?
¿Los que no piden discos de Gardel porque los bichos les comieron la música
ni sufren en dólares porque no sufren más?
Temo por ellos algo más pulguiento que la muerte
más pior que los estrujamientos de los huesos
más griposo que desguazarse en los zanjones
o en las aguas puercas del Río de la Plata
algo más feo puede pasarles todavía
olvido desgraciado


Nuestros cuerpos arden en la noche
como animales dorados.
La inteligencia es una espada
que cela en la oscuridad.


septiembre 1981

Cayó de pronto en esas mismas sombras
calientes todavía,
enfureciéndose por el amor ausente.
El recuerdo no se parece a la nada
murmuró el hombre
hiere y sangra.
Ahora sí
se sintió totalmente desnudo,
amenazado.


septiembre 1981

El hombre velaba todavía con el fusil al hombro
los grandes nombres que yacían en la memoria.

Pero la ternura de la muchacha relampagueó en la noche
desarmándolo para siempre.
Ahora camina bajo el sol
erguido otra vez sobre la tierra.


septiembre 1981

La muchacha siempre estaba-
con su pelo largo
con sus piernas largas
y su corazón azul
profundo y vasto
como el cielo de todos.


noviembre 1982

Es el último día del año que vivimos en su totalidad.
Como diría Vivaldi,
pasamos las cuatro estaciones.
Hicimos el amor, nos lamimos como animales ebrios de sol.
No lo olvides: alcanzamos, juntos (nosotros), el cielo.
Y nadie tiene interés ni en regresar ni en saber de dónde vino.


31 diciembre 1982

Las rosas se asoman insistentes en el aire azul.
¿Nos están permitidas sin traicionar la memoria?
El recuerdo es poca cosa para tanto pasado,
para tanta vida sobre el abismo.
¿Es este otro vino, otro el amor?
¿O todo es un río solitario que deja a algunos en la orilla
crucificados en la injusticia de la muerte temprana?

Sobre las rosas los soldados de hielo desaparecen
llevados por el río
y nosotros olfateamos la vida
como animales desbarrancados pero vivos.
Anulamos los viejos nombres de la batalla
pero la guerra ha terminado.

Las antiguas banderas solo flamean
en la tormenta de nuestro corazón.

Descansen en paz los compañeros
bajo una tierra sembrada de sal,
sobre la cual comenzamos a pelear contra el olvido

1 noviembre 1983

Todo era muy cálido
húmedo y turgente.
El amor fue un sol
que reventó en el cielo
y al caer sus pedazos
ardieron la tierra.


27 septiembre 1984

Hoy me levanté dispuesto a ser un buen ciudadano democrático.
Así que comencé a funcionar democráticamente en cuerpo y alma.
Me apené -lo justo- por la miseria de los otros,
me indigné ante la injusticia de las injusticias,
condené -de palabra- a los ladrones y a los asesinos
(sobre todo a los asesinos)
y en el subte compré unas estampitas a un chiquilín rotoso.
Pagué los impuestos en Obras Sanitarias
y las boletas de la jubilación -llegó la hora de pensar en eso-
porque le pagamos las cuentas, me dije,
la democracia nos protegerá a todos
de la miseria -de los otros-
de la injusticia -que revienta a los otros-.
Tiernamente, yo quería ser un ciudadano democrático.
Pero a las tres de la mañana desde París
me llamó mi amigo
con su voz pastosa de amores contrariados y algunas más desgracias
para preguntarme por los antiguos animales
sobrevivientes de la era del fuego y los glaciares.
Así que contesté a París:
bien hermano, andamos medio torpes,
pero la pendejada comenzó a disparar sus primeros versos.
Volvé pronto.


30 noviembre 1984

Lea

A veces
todo es confusión
menos vos


30 enero 1985

Hemos incorporado a la muerte
en nuestro corazón
alegremente.
Alguna vez
alejaremos a la sin hueso
para siempre


30 enero 1985

Parecía que la muy belga ciudad de Huy
no existía en la noche ni en el mundo
cuando la encontramos desapareció la rue de la regne con su casa número cuatro.

Finalmente, la luz solidaria de Anne nos sacó de nuestro extravío.
Y Lea y yo dormimos abrazados, encontrados.


16 junio 1985

Hace cuatro años que te hablé de mi amor por vos
a través de una historia espacial.
Hoy vivimos una vida real, en la tierra,
con un amor que tocamos como al cielo.



4 julio 1985

La muchacha partió
adiós adiós
ya todo está en el cielo
azul de la noche
el regreso a casa es más lento
la soledad espía oculta en el ropero
pero no hay sombras
la cama está llena de luz.


8 septiembre 1986

mientras corríamos con los ojos reventados
bajo la oscura noche azul
sin posibilidades
ya ninguna
mientras chorreábamos por todos los agujeros
los naturales y los otros
alguien lavaba cantaba
también hacía el amor


22 junio 1987

Yo no vivo en Dinamarca

Algo podrido recorre el país
que no es Dinamarca
ni yo soy Hamlet.
Los mayores no aguantan la verdad
por ejemplo la de un tiro en la nuca
o la de cadáveres trinchados
en antiguos camiones frigoríficos

no hay imaginario no hay erotismo

que veinte años no es nada
pero los jóvenes de veinte años justamente
tienen una piraña en cada ojo
-para verte mejor-
o en cada oreja
-para oírte mejor-
yo no soy Hamlet
pero ellos tampoco Caperucita Roja
tengan cuidado maduros distraídos
esos niños están al acecho.


13 septiembre 1989

Mirando una reproducción de Andrew Wyeth

hay un pedazo de campo
tirado en ese cuadro
un negro reposa con la horquilla en la bragueta
soñando que ensarta a su amo
los ángeles piadosos del cielo que lo cubre
rezan para que sus sueños se hagan realidad.


13 septiembre 1989

I

La guerra ha terminado
todos los combatientes han muerto
uno sobrevivía
solo tenía una bala de hielo en el corazón
respiraba aún

II

Los combatientes de la derrota se envían cartas de amor
de solidaridad
de tibieza
los mensajes disparan por el aire como pedazos de fuego
que incendian el cielo y desaparecen
avisando de un mundo que fue
la sangre queda


26 abril 1990

a Lea, por su vocación de vida

Hoy me llamó un compañero del alma
desde muy lejos
me alegré
pensé que me iba a decir que estaba muy bien
o que se estaba muriendo
o que iba a preguntar por mí
pero me pidió que le enviara unos libros
-simplemente-

hoy visité a una amiga entrañable
y pensé que iba a hablar
desde muy cerca
de que estaba muy bien
o que se estaba muriendo
o que iba a preguntar por mí
pero no
hablamos de la literatura, de su poesía
de nada
ahora sé que pedir un libro
o hablar de intranscendencias
es hablar de la muerte
o de mí
o de ellos.


31 enero 1991

El viento sopla
los sombreros se doblan
los cogotes también
el viento sopla
los sombreros se vuelan
los cogotes se doblan
la tristeza avanza
como la arena.


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