FILOSOFÍA DE LA COMPOSICIÓN II

La filosofía de la composición, de Poe, parece una obstinada manera de justificar el proceso artístico.  Leerla me genera una sensación demasiado apremiante. ¿Será porque mis composiciones poéticas provienen de la síntesis del efecto acierto-error?  Todos los elementos que enumera Poe para la concreción de la obra de arte (en este caso del poema) aparecen durante la construcción de mis poemas, sólo que en un orden aleatorio.  Me pregunto: ¿qué habrá pensado Cortázar cuando traducía este texto del escritor norteamericano? ¿Habrá coincidido en algo con él?
La obra de arte tiene algo de azaroso, es un componente que muchas veces es desvalorizado, o al menos descartado. Las obras en prosa deben prever un poco más de planeamiento que la poesía. Si escribimos una narración al menos gira en nuestra cabeza una historia que determina los pasos a seguir.
Mi novela Nosotros elegimos morir nació de un relato de ocho páginas llamado, torpemente, Fucking Electra que desapareció progresivamente durante sucesivas sobrescrituras. La desgracia de escribir en la computadora radica en que los originales, esas breves enunciaciones de la obra previa, desaparecen. El relato original comenzaba contando la historia de un veterano guerrillero traidor que vivía en una sórdida pensión de París. Recibe una mañana la visita de una joven sordomuda, yace una noche con ella; al otro día ella le muestra una foto de cuando era niña. Él reacciona, no sin horror (el horror edípico) sabiendo que es su propia hija, pero inmediatamente ella saca un arma y le dice, ante la sorpresa de nuestro protagonista, “Viva el comandante Gonzalo” y le dispara.
Este texto original va metamorfoseándose durante años (aproximadamente unos ocho) hasta terminar en la novela antes mencionada. Tuvo un tiempo prolongado en el cual se llamó La novela de Gómez, trata acerca de una novela que ha escrito Walsh y con la cual uno de los personajes se ha quedado con la única copia salvada del exterminio militar del saqueo de la quinta de San Vicente. ¿Cómo apareció Walsh en la historia? De la historia del guerrillero traidor a meterme con la figura del escritor respetado y admirado por morir coherentemente por sus ideales, había un trecho corto. La escritura se fue desgajando en progresivos y continuos espacios de escritura, durante mucho tiempo eran casi independientes unos de otros hasta que unirlos fue determinando el sentido de la historia.  Por otra parte, en un determinado momento de la composición de la novela, escribí la propia historia de Gómez, la novela que el mismísimo Walsh supuestamente ha escrito. Y en algún momento la incluí en la novela principal, una novela dentro de la otra. La idea que me convocaba a tamaña empresa era la de relatar de manera paralela dos historias, la una ambientada en la campaña libertadora de San Martín al Perú (Gómez era un soldado de la travesía del General); la otra era la novela que servía de marco a todo esto: dos guerrilleros de Sendero Luminoso que trabajaban como espías y luchaban en el mismo terreno que alguna vez lo había hecho San Martín (tiempo después, en un accidente informático, perdí, entre tantos otros escritos, la historia del soldado sanmartiniano, pequeña prosa que siento mucho su extravío).  Por eso que la novela debió transcurrir en diversos espacios geográficos: Buenos Aires, La Habana, algunos lugares de Perú y por último termina en Londres, en la casa de la abuela de la guerrillera inglesa que había sido monja. La historia termina en un atardecer londinense con mucha nieve y música de Tool de fondo.  El frenesí y la melancolía es uno de los ingredientes de casi toda la obra.  Dado que siempre la escritura y la creatividad es uno de los elementos más preciados del oficio siempre considero que jamás escribiré otra novela de este calibre.
Es por ello que uno se pregunta cómo a veces la tensión narrativa se conjuga con el más profundo sentido estético y moral que tiene toda obra artística.

En cambio, con la escritura de los poemas siento el acontecimiento, el hallazgo casi fortuito que la palabra me produce, me lleva hacia las zonas del sentido. La poesía sigue teniendo esa cuota asombrosa de azar estético, pero buscado a través de la palabra, o en el mejor de los casos, de la combinación de las mismas. El sentido vendrá después del trabajo con las palabras, la extensión no me importa mucho, generalmente se compone de tres grandes momentos y el comienzo importa tanto como el remate final.
La escritura del libro Poesía Grave… me llevó más de once años. Once años de alejarme y acercarme al objeto poema, de elaborar amores y odios. Muchas veces tuve que recurrir al corte dramático de muchas partes o verme obligado a convencerme que algunos poemas definitivamente no servían y debía tirarlos. Desecharlos. La escritura también prevé el exterminio. La casa donde nacen las crías muchas veces queda muy chica y hay que dejar algunas afuera, en la intemperie.

A veces esa crías retornan crecidas y es bueno alimentarlas nuevamente  

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