LOS LIBROS Y LOS HOMBRES


Descubrí a Genet por un auspcioso comentario de un diario Clarín encontrado en la calle hace ya como veinticinco años. Yo era un disperso estudiante secundario desganado de una escuela técnica y ya pensaba ser escritor. El huérfano diario rodante de calles mostraba a un Genet enrostrado como maldito, pero a la vez aureolado como genio. Es decir: genio maldito. Eso me atrajo. Lo relacioné a Rimbaud y no estaba tan equivocado.
A Goytisolo me lo trajo un día un amigo, Miguel Otero. Leí con curiosidad la novela Señas de Identidad, en ese momento publicada por Seix Barral en libros color arena con letras doradas. Ahora la tengo en mi biblioteca. Está bien cuidada y puede ser excusa para un nuevo encuentro con mi amigo.

En la foto, Goytisolo, ese narrador monumental, junto a Genet en una entrevista realizada en Amsterdan en 1958. Dos prodigios del siglo XX. Dos puntos de partida para el lazo inexplicable de mi vida. Los libros, los autores, unen el destino de los hombres. O los separan para siempre.

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