Rencor, mi viejo rencor...

"Rencor" de Andrés Loboguerrero. Mixta sobre tela 2011
Recuerdo haber leído alguna vez que cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, las mujeres francesas que habían sido amantes o novias de los alemanes (los vencidos) fueron obligadas a caminar por las calles de Francia para ser apedreadas por el pueblo. En el barrio, escrito con letras rojas y gigantes sobre el asfalto de una esquina hay un cartel que reza: "C... no seas tan forra, lo único que quiero es que me dejes a ver a nuestro hijo, por favor." No sabemos realmente qué ha sucedido en ese universo desconocido que ha forjado aquella pareja, pero lo que sí queda claro es el efecto: el grafitero herido de amor no lamenta tanto no ver a su hijo, sino más bien poner al desnudo quién es la tal C....  Exponerla ante la sociedad, que el resto sepa quién es, para que sea "apedreada" por la comunidad, que esas palabras rojas que surgen del cemento la señalen ante todos. Si uno sigue caminando más adelante, encontrará lo que faltaba: en la pared de la casa donde habita la mujer hay otra violenta inscripción indicando su nombre: que no queden dudas, aquí vive ella, parece decir el desesperado.  No solamente poner al descubierto quién es la infortunada, sino también lograr que todos la odien.
El amor es un viaje de ida, nadie vuelve de él: en el mismo camino se mezcla lo sublime o el despojo del naufragio.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario