EL NO OFICIO

Escribir la danza del miedo.
Escribir el júbilo del desamparo
que se abandona en una porción de destrozo y fatalidad.
Escribir en todo no.
Escribir sobre el himen roto del espejo que retroalimenta los despojos de la banalidad.
Escribir porque no hay mundo sino lo reescribo y no lo creo sino lo leo.
Escribir la morfología de la violencia.
Escribir ante el terror en los signos minúsculos del infortunio biológico.
Escribir la desmesura de lo silenciado en la constelación de la duda.
Escribir el sentido de la alucinación que nos alfabetiza.
Escribir en la más absoluta nulidad de pensamiento, dibujando letras con un trocito de fémur arácnido en la arena despejada de la conciencia.
Escribir la hora nunca.
Escribir la contradicción y el comienzo de la catástrofe.
Escribir la frivolidad de lo eterno.
Escribir para ordenar la nada.
Escribir ríos subterráneos para ahogarnos.
Escribir la palabra en celo.
Escribir la impugnación de la alegría, sin ninguna intención teórica ni objeto razonable.
Escribir ilegítimamente.
Escribir, inquebrantable, en los átomos del cosmos que se pulverizan.

Jorge Córdoba

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